Volvemos con la sección Reviews. Como de costumbre, quien no haya
visto el capítulo puede hacerlo desde nuestra sección de descargas.
Tras los sucesos de la última semana,
encontramos a Barney empezando una relación con la stripper
Quinn, a Marshall y Lily viviendo en la casa de encima del
MacLaren's, y a Ted y Robin en un momento de tensión mutua, tras
tener que dejar de compartir casa, e irse él a una residencia
universitaria (con unos vecinos come-bocadillos que recuerdan mucho a alguien, aunque los años de nuestro protagonista no le permiten verlo) y ella a casa de Patrice, cuyas apariciones siguen
siendo breves pero intensas.
Cuando las cosas entre Barney y Quinn
parecen ir funcionando, llega el momento de presentarla oficialmente
al grupo, que desconoce su doble vida como Karma. El único que esta
al corriente del asunto es Ted, por lo que Barney le hace jurar (por
el ancestral rito del “Broath”) que no contará nada, lo que
basta para que se lo diga a todo el grupo, al más puro estilo de los
secretos que Lily no sabe guardar, así que la presentación de Quinn
se convierte en toda una evaluación que no logra superar al
mostrarse excesivamente controladora, además de desencadenar una
batalla entre Ted y Robin al decir que se va a vivir con Barney y
pone su piso en alquiler.
En vista de la situación, el grupo
decide llevar a cabo una intervención (o Quinntervención) para
avisar a Barney de que está llendo muy rápido y Quinn se aprovecha
de él, pensando que los billetes del viaje a Hawai que encontró
Lily en casa de Quinn los había pagado Barney. Pero no era así, y
la Quinntervención termina con una pelea entre Barney y Quinn.
Esta pelea parece dejar destrozado a
Barney, por lo que el grupo le pide disculpas, y cuando son obligados
a jurar un extrañamente homoerótico “Broath”, aparece Quinn
desvelando que su actitud controladora, el viaje a Hawai y la pelea
eran solo un montaje ideado por la pareja, aunque al final lo de irse
a vivir juntos sí que es cierto. Después de esto, parece que Barney
y Quinn están hechos el uno para el otro, compartiendo ese gusto por
hacer bailar como marionetas a quien se propongan.
Como escena final entre
Barney y Quinn, presenciamos una interesantísima conversación sobre
el momento de dejar el Striptease, que termina con un lapidario “Lo
dejaría si me casara”, al que Barney parece responder con una
inquietante cara de “Challenge Accepted”
Pero esta insinuación de
Quinn no es lo único que nos deja el capítulo de cara al final de
la tenporada, ya que Ted y Robin, tras pelearse por el piso de Quinn,
mantienen una sincera conversación sobre la situación de tensión
por la que están pasando, y tras ésta, ya en el bar, Robin le
cuenta a Ted que ha sido ascendida, así que se irá a vivir a un
piso en la zona de Central Park. Aunque lo que de verdad llama la
atención de la escena no es precisamente el brindis de Ted y Robin por volver a
la normalidad, si no la voz en off, esa voz en off del Ted del futuro
que tantas veces ha conseguido con una sola frase que el corazón se
nos salga por la boca, y que vuelve a las andadas con un terrible “no
nos volveríamos a ver en mucho tiempo” justo cuando Robin se
despide de Ted y sale del MacLarens.
Como detalles
humorísticos, me han encantado las “hazañas sexuales” de
Marshall y la lección de “falsa historia” de Barney sobre la
vida de César y los ninjas de Bro-tus.
Ahora nos queda esperar
de nuevo varias semanas hasta el próximo capítulo, por culpa de esos
molestos parones de la CBS, y con dos inmensos interrogantes en el
aire: ¿Es Quinn la novia de la boda que cerrará la temporada? y ¿Qué pasa ahora con Robin? Se admiten apuestas.
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